Durante la época de vacas gordas en España, surgieron empresas constructoras dedicadas a grandes infraestructuras y edificios de viviendas, que competían de tú a tú con las grandes empresas que se han dedicado desde hace años a estos trabajos. Estas últimas permitían que los constructores se dedicaran a la realización de trabajos que consideraban de segunda categoría, como las reformas o las obras menores, como la instalación de topes para estacionamiento o el pintado de carreteras.
Al llegar la crisis, estos pequeños constructores se han encontrado con las grandes firmas ofertando las obras que antes no querían, impulsados por la falta de grandes construcciones y la paralización de obras residenciales y edificios de viviendas. Las empresas líderes ahora ofrecen realizar pequeñas reformas para mantener sus plantillas. Incluso han llegado a despedir a sus trabajadores u obligarlos a que se den de alta como autónomos y trabajen para ellos pero sin tener que hacer frente al pago de los seguros sociales para reducir las tarifas.